NO TE CREAS LA REINA DE SABA - La vida de la reina Makeda de Abisinia, la verdadera reina de Saba

La doncella que no puedo dejar de observar en esta posada en la que me hallo, es de belleza sin par. Vuesas mercedes no tienen la fortuna de su contemplación, pero es tal su hermosura, que pasaría toda una vida prendido del deleite de su visión. Tal vez, la misma reina de Saba con su belleza arrebató el corazón del sabio y quien sabe si también hasta su prodigiosa inteligencia, quedó encadenada al donaire cautivador de una mujer de leyenda.


La Reina de Saba: La fascinación de una mujer de leyenda

 



La historia de la Reina de Saba y su encuentro con el rey Salomón es conocida principalmente gracias a la Biblia hebrea. En el Primer Libro de Reyes y en el Segundo Libro de Crónicas, se narra brevemente cómo, tras escuchar sobre la fama de Salomón, la Reina de Saba decidió viajar a Jerusalén. Trajo consigo productos exóticos de Arabia, camellos, especias, oro y piedras preciosas, con el objetivo de poner a prueba la sabiduría de Salomón con preguntas y cuestiones difíciles de resolver.

 

Para su satisfacción, Salomón respondió acertadamente a todas sus preguntas, tras lo cual la reina regresó a su tierra. Desde una perspectiva narrativa, parece que esta anécdota fue introducida en el relato bíblico con el propósito de resaltar la asombrosa sabiduría de Salomón, basándose en narraciones que posiblemente circulaban en Palestina y Siria, que mencionaban a una poderosa y bella mujer gobernando en las ricas y exóticas tierras del sur de Arabia.

 


Inteligente y exótica. Así se demuestra en la literatura

El relato bíblico de la visita de la Reina de Saba a Jerusalén se convirtió en una de las leyendas más imaginativas y fértiles de Oriente. La literatura judía antigua desarrolló una colorida narración llena de elementos como belleza, riqueza, poder, exotismo, intriga, magia y amor. Estos elementos fueron incorporados en diversas obras, como las "Antigüedades judías" de Flavio Josefo (siglo I d.C.) y el Targum Shení, una traducción libre del Libro de Ester al arameo.

 

La Reina en el Palacio de Salomón

 

Según estas fuentes, una abubilla informó a Salomón de que el reino de Saba era el único en la Tierra que no estaba sujeto a su poder y que su reina adoraba al Sol. Salomón envió esa ave a la ciudad sabea de Kitor con una carta en la que instaba a la reina a someterse a su poder. La reina respondió enviando una flota "con todos los barcos del mar", cargados de preciosos regalos y seis mil jóvenes de la misma estatura y aspecto, vestidos con ornamentos de púrpura y nacidos el mismo día y a la misma hora. Estos jóvenes entregaron una misiva a Salomón, en la cual la reina anunciaba que llegaría a Jerusalén tras un viaje de tres años.

 


Salomón recibiendo a la reina de Saba

Cuando la reina finalmente entró en el palacio de Salomón, creyó que el limpio suelo era una piscina llena de agua y se levantó el vestido, mostrando sus piernas, algo que Salomón notó. La reina presentó 19 acertijos, que el monarca resolvió con facilidad. 


Bilqis en las Narraciones Árabes

 

Los árabes conocían esta narración y la adaptaron a su propia sensibilidad, adornándola con nuevos elementos. La historia de la Reina de Saba es tan famosa que incluso aparece en el Corán. En la azora 27, muchos elementos de la leyenda, tal como la habían desarrollado los autores judíos, están presentes. En el Corán, Salomón es descrito como un rey creyente en Alá, sabio y experto en magia, con un ejército formado por hombres, genios y pájaros. De nuevo aparece la abubilla y la figura de una reina sin nombre, rica, poderosa y adoradora del Sol.

 


Bilqis - Makeda - Astarté - Diferentes nombres de la Reina de Saba

En el Corán, Salomón envía una carta a la reina no para someterla, sino para invitarla a la conversión. Ella responde enviándole emisarios y ricos regalos, que él rechaza. La narración incluye un nuevo elemento: la treta de Salomón para probar la sagacidad de la reina. Mientras ella está en camino, el rey envía un genio para que robe su trono y lo traiga a Jerusalén para modificarlo y ver si la soberana lo reconoce. Tras pasar la prueba, Salomón muestra su impresionante palacio de cristal, construido por arte de magia, y la soberana, impresionada, abandona el paganismo y se convierte a la fe en Alá.

 


Makeda, para los Etíopes

 

En los altiplanos del Cuerno de África (Etiopía y Somalia), la historia bíblica inspiró leyendas y tradiciones literarias y folclóricas sobre la relación entre Salomón y la Reina de Saba. La identidad etíope se formó gracias a tres elementos: el cristianismo, el carácter semítico de su cultura y su relación con el reino de Saba. El cristianismo se convirtió en la religión del reino de Aksum (origen de la moderna Etiopía) a mediados del siglo IV d.C., mezclándose con elementos judíos y desarrollándose de manera autóctona y original.

 

El segundo rasgo cultural de Etiopía fue su carácter semítico, probablemente proveniente de su estrecha relación con Yemen y el reino de Saba. La influencia sabea en Etiopía es evidente en su escritura, derivada de la escritura sudarábiga utilizada en Yemen preislámico.

 


Ruinas del Palacio de la Reina de Saba en Marib - Yemen -

La relación de Etiopía con la Reina de Saba permitió que su dinastía se legitimara perpetuamente gracias a los relatos bíblicos. Esta relación debió ser antigua, pues Flavio Josefo ya se refiere a ella en el siglo I d.C. Esta idea aparece también en autores cristianos como Eusebio de Cesarea y Orígenes, y era conocida por los cristianos de Etiopía.

 

La Leyenda en el Kebra Nagast

 

El desarrollo de la leyenda etíope aparece en el Kebra Nagast o Libro de la Gloria de los Reyes de Etiopía, una obra compilada en el siglo XIII con elementos probablemente mucho más antiguos. Esta obra contiene una historia novelada sobre el origen de la dinastía etíope, cuyo propósito central es demostrar su carácter sagrado gracias a la unión de la Reina de Saba con Salomón, de la cual nacería el primer monarca etíope. Según el Kebra Nagast, la Reina del Sur, identificada con la reina de Etiopía, viajó a Jerusalén tras escuchar de un comerciante sobre la riqueza y justicia del reino de Salomón.

 


Representación de Menelik I en una pintura de la iglesia de Axun en Etiopía

Movida por la curiosidad, la reina Makeda viajó a Jerusalén, donde quedó admirada por la sabiduría de Salomón. A su vez, Salomón quedó prendado de la belleza de Makeda e ideó una treta para retenerla en su reino. De esa unión nació un niño llamado Bayna Lehkem, posteriormente sería Menelik I, quien fue reconocido por su padre y consagrado como David por los sacerdotes de Jerusalén. Regresó a Etiopía como rey, llevándose consigo el Arca de la Alianza.

 

El Reino de Saba

 

El Reino de Saba fue una cultura floreciente durante casi un milenio antes de la llegada del Islam. Los sabeos dominaron buena parte del Yemen y estuvieron a la cabeza de una coalición que incluía otros pueblos culturalmente semejantes. La primera mención del reino de Saba data del siglo VIII a.C. y proviene de fuentes asirias que describen un pueblo comerciante, enriquecido por la exportación de especias e incienso.

 

La capital del reino era Maryab (Maarib), en un fértil oasis al borde del desierto. El primer florecimiento de la cultura sabea duró hasta aproximadamente la mitad del I milenio a.C., cuando el dominio de las rutas del comercio de incienso pasó a manos de otros pueblos del sur de Arabia.



Ma´rib - Antigua capital del reino de Saba
 

Mil años después de Salomón, entre los siglos I y III d.C., Saba volvió a ser prominente en el panorama político y económico del sur de Arabia. Durante ese período, sus soberanos tuvieron la capital en Zafar y ostentaron el título de "reyes de Saba y de Raydan, de Hadramaut y de Yemen", gobernando sobre diversos pueblos del sur de Arabia. La prosperidad de Saba se basó en su maestría en el aprovechamiento de recursos hidráulicos y en el dominio de las rutas comerciales de incienso y especias. Su colapso llegó con la destrucción de la gran presa de Maarib en el siglo VI d.C. y la posterior conquista musulmana.

 

Mito o realidad

 

El encuentro entre Salomón y la Reina de Saba, aunque posiblemente no ocurrió en la realidad, refleja la fama y el esplendor del Reino de Saba. La leyenda ha perdurado en la memoria colectiva, elevando al caudillo de un reino montañoso a la categoría de gran soberano, consagrado para toda la eternidad como receptor de las fastuosas riquezas de una reina sin nombre, admirada por su majestad y conocimientos.



La Reina de Saba con Salómon en su templo

Ya se fue, ya se levantó y tras la puerta de la fonda partió. Y junto a ella, también partió mi corazón. Al cual si quiero recuperar, he de seguir su rastro de azahar para de su encantamiento poderlo rescatar. 

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