¡CAMBIO CASA POR UN TULIPÁN¡- Tulipomanía o tal vez, la primera burbuja económica de la historia

Camino junto a la tapia de un convento. Y vislumbro colgando del mismo y cayendo hacia la reja de la entrada, la majestuosidad de un rosal trepador; colorido, con algunas flores de jugosos tonos encarnados como la sangre, otras abiertas como diminutos fulgores dorados y también capullos níveos como los dientes de una adolescente.

¡Qué maravilla¡ Espléndidas bellezas, como también lo fueron aquellos tulipanes de los que les hablaré hoy a vuesas mercedes!


Tulipomanía: La Primera Burbuja Económica en la Historia



Una alegoría de la tulipomanía, de Jan Brueghel el Joven 


La “tulipomanía” (tulpenmanie en neerlandés) o crisis de los tulipanes fue un período de especulación extrema en los Países Bajos durante el siglo XVII, específicamente en los años previos a 1637. Este fenómeno, donde los bulbos de tulipán alcanzaron precios exorbitantes, se considera la primera burbuja económica documentada.


Orígenes de la Tulipomanía

 

La tulipomanía neerlandesa tuvo varias causas. La prosperidad comercial de los Países Bajos y el éxito de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales jugaron un papel crucial. Además, el gusto por las flores exóticas se convirtió en un símbolo de riqueza y estatus.

 

Un factor inesperado fue la variabilidad en la apariencia de los tulipanes cultivados en los Países Bajos, que a menudo presentaban colores únicos debido a un virus transmitido por el pulgón, conocido hoy como virus del mosaico del tulipán. Estas variaciones incrementaron su atractivo y, por ende, su valor.



Protegiendo la cosecha de los robos


Introducción del Tulipán en Europa

 

El tulipán, originario del Imperio Otomano (actual Turquía), llegó a los Países Bajos en 1559. La palabra "tulipán" proviene del francés "turban", una deformación del turco otomano "tülbent" y del persa "dulband", que significa turbante.

 

Aunque existen evidencias de uso ornamental del tulipán en al-Ándalus en el siglo XI, se atribuye su difusión en Europa al embajador austríaco en Turquía, Ogier Ghislain de Busbecq, en el siglo XVI. Busbecq, un entusiasta de la floricultura, llevó bulbos de tulipán a los Jardines Imperiales de Viena en 1544. En 1593, el botánico flamenco Carolus Clusius trasladó su colección de bulbos a Leiden, Países Bajos, generando un gran interés por la flor.



Colección de bulbos de Tulipán

Comienza el alza de precios

 

A pesar de los intentos por controlar las mutaciones de los tulipanes, los horticultores neerlandeses no lograron prever el exotismo de las nuevas variedades, lo que elevó progresivamente los precios. Las variedades raras recibieron nombres de personajes ilustres, y en la década de 1620, el precio del tulipán comenzó a aumentar rápidamente.

 

El valor de los tulipanes alcanzó cifras astronómicas. Por ejemplo, un solo bulbo podía costar 1000 florines, cuando los ingresos anuales medios en los Países Bajos eran de 150 florines. En 1635, 40 bulbos se vendieron por 100,000 florines, y un bulbo de la variedad Semper Augustus se vendió por 6000 florines, el equivalente a 24 toneladas de trigo.

 



Mercadeando con los bulbos de Tulipán
 

Estallido de la Burbuja

 

El 5 de febrero de 1637, un lote de 99 bulbos de tulipán se vendió por 90,000 florines, marcando la última gran venta antes del colapso. Al día siguiente, un lote de medio kilogramo no encontró comprador. Los precios cayeron en picado y los inversores no pudieron recuperar sus inversiones. La burbuja había estallado.

 

Las enormes deudas contraídas para comprar bulbos se volvieron impagables, resultando en bancarrotas que afectaron a todas las clases sociales. La falta de garantías y la imposibilidad de cumplir con los contratos precipitaron la quiebra de la economía neerlandesa.



Cultivo de Tulipanes
 

Un caso ilustrativo

 

En una fría mañana de invierno de 1637, un marinero llegó a la oficina de contabilidad de un adinerado comerciante holandés. Al ser recibido, le ofrecieron un generoso desayuno con arenque rojo. El marinero, al parecer, vio lo que le pareció una cebolla sobre el mostrador y la tomó, con la intención de usarla como acompañamiento para su arenque. La guardó en su bolsillo y se dirigió al muelle para disfrutar de su desayuno.

 

Poco después, el comerciante al descubrir la desaparición de su preciado bulbo salió en pos suyo reclamándole la supuesta cebolla, que el marinero en su afán de mejorar el sabor de su pescado había robado sin percatarse de que no era una simple cebolla, sino que se trataba de un bulbo de tulipán Semper Augustus, valorado en 3.000 florines, es decir, más de un millón de dólares actuales.



Bulbo de Semper Augustus, el más caro de todos


La historia demuestra en innumerables ocasiones que hay situaciones que perduran perennes en el tiempo y otras en cambio, que fugaces, cruzan el orbe de la historia dejando una estela apenas perceptible en la memoria de los hombres. Y son éstas las que, debido a ese olvido, lamentablemente tendemos a repetir.

 


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