En esta noche tormentosa, a duras penas nos protegemos en esta pequeña covacha de pastores, mi jumento y yo. Con la lluvia golpeando furiosa, agitada con violencia por un iracundo vendaval, es cuando embutido en mis ropajes y calado el sombrero hasta las cejas me viene a las mientes una imagen de paz, de calma soleada en valles verdes protegidos por escarpadas y abruptas montañas rocosas. Allá donde se esconde la ciudad dorada que siempre deseé visitar y narrar mis historias a sus habitantes, en sus limpias callejas.
El Mito de Shambhala: Exploraciones y Leyendas

James Hilton, publicó en 1933 su novela
“Horizontes Perdidos” en ella, Hilton se inspiraba en el mito oriental de
Shambhala, un supuesto reino ideal descrito en las tradiciones budistas para
crear un poblado asentado en un enigmático valle conocido como Shangri-La, sus
habitantes viven libres de sufrimiento y enfermedad, y pueden disfrutar de una
vida de varios siglos.
La divulgación moderna del mito de
Shambhala se atribuye a Madame Blavatsky, fundadora de la Sociedad Teosófica.
Según Blavatsky, Shambhala alberga al “gobierno oculto del mundo,” un grupo de
sabios que intentan guiar a la humanidad. Sin embargo, la leyenda de Shambhala
es mucho más antigua, apareciendo en textos religiosos hindúes como el Vishnu
Purana y el Mahabharata.
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Helena Blavatsky |
El mito de Shambhala ha sido ubicado en
varios lugares de Asia en distintas versiones. La ubicación más comúnmente
aceptada es Asia Central, con especulaciones que incluyen los Himalayas, el
desierto del Gobi, una isla en un lago, e incluso el interior de la Tierra.
Reyes y emperadores tibetanos y mongoles intentaron sin éxito encontrarlo
durante siglos.
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Muchos europeos persiguieron el sueño de encontrar Shambhalá |
Curiosamente, varios viajeros europeos
también se sintieron atraídos por la leyenda de Shambhala tras escuchar sobre
ella de los asiáticos. Entre 1626 y 1630, los jesuitas portugueses Estevao
Cacella y Joao Cabral exploraron Asia y Cacella mencionó la existencia de un
gran reino llamado Shambhala, ubicado cerca de Mongolia. Sin embargo, Cacella
sospechaba que podría tratarse de Catay (China), mientras que Cabral pensaba
que podría estar en la Gran Tartaria.
En la Edad Media, los cristianos creían que era el reino del mítico Preste Juan
Durante la Edad Media, a partir de 1145,
circuló en Occidente la leyenda de un reino cristiano en Asia, gobernado por el
Preste Juan. Este reino, mencionado en muchos mapas medievales, se decía que
estaba lleno de maravillas, como la Fuente de la Eterna Juventud. Esta leyenda
cristianizada se parece a la de Shambhala. La búsqueda del Preste Juan por
parte de los reinos cristianos fue infructuosa, y el Papa Alejandro VIII
incluso envió una carta en 1177, pero el mensajero nunca llegó.
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Mapa del Reino del Preste Juan en la edad media |
En el siglo XIX y principios del XX, varios exploradores europeos investigaron Asia Central y escucharon hablar de Shambhala. En 1833, el húngaro Alexander Csoma de Koros, considerado el padre de la tibetología, fue el primer occidental en hablar de Shambhala y la ubicó en el norte, cerca del río Sita o Yaxartes.
El geógrafo Nikolai Prjevalsky, quien
viajó por Asia Central y Mongolia entre 1870 y 1885, mencionó en sus crónicas
una isla llamada Shambaling, rica en oro y trigo, y sin pobreza. Ferdinand
Ossendowski, en su libro “Bestias, Hombres y Dioses” (1922), narró que un
siberiano le mostró una cueva que supuestamente era la entrada al reino de
Agarti, otro nombre para Shambhala. Los relatos de Ossendowski incluyen
misteriosas figuras de lamas y túneles.
La exploradora Alexandra David-Néel
recorrió el Tíbet entre 1921 y 1924, pero no encontró Shambhala. En sus
escritos, situó el mítico país cerca de Balkh, en el norte de Afganistán. El
pintor ruso Nikolai Roerich, quien viajó por Asia Central en dos ocasiones,
relató que sus guías interpretaban cualquier señal como una proximidad a
Shambhala. Aunque Roerich alegó haber visitado Shambhala, nunca confirmó esta
afirmación, manteniendo el secreto de lo que vio allí.
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Expedicionarios rusos- Helena y Nikolí Roerich |
Un rasgo común en todos estos
exploradores, es que reportaron fenómenos extraños cerca de Shambhala, como
luces misteriosas y perfumes desconocidos.
Incluso los nazis y los soviéticos crearon expediciones para encontrarla.
El matrimonio Roerich, expatriados rusos, aunque con el apoyo
soviético, emprendieron una expedición de cuatro años (1925-1928) recorriendo
25,000 kilómetros a través de Moscú, Siberia, Cachemira, Mongolia, el desierto
de Gobi y el Himalaya, enfrentando duras condiciones climáticas, bandidos y
guerras tribales. Documentaron sus experiencias en un libro titulado
"Shambala la Resplandeciente", que combina observaciones científicas
con ilustraciones personales de Nikolái Roerich. Aunque no encontraron
Shambala, su relato sugiere que un anciano les mostró una entrada bloqueada en
las montañas de Altái. A su regreso, recibieron apoyo de Roosevelt para una
nueva expedición a Manchuria (1934-1935). Nikolái Roerich, tres veces nominado
al Nobel de la Paz, fue reconocido por su pacto internacional de protección
cultural e incluso tiene un museo en Nueva York.
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Expedición nazi en busca de Shambhala |
Heinrich Himmler, líder nazi, organizó en
1938 una expedición al Tíbet buscando Shambhala como parte de su investigación
sobre los orígenes de la raza aria. La expedición fracasó debido a las
difíciles condiciones climáticas y la necesidad de evacuar ante el avance de la
guerra. Simultáneamente, el emperador japonés proclamó que Shambhala era Japón
para ganar apoyo político de los mongoles.
Hoy en día, el Dalai Lama considera que
Shambhala es un concepto puramente místico y no un lugar físico real. Según él,
“aunque algunas personas pueden llegar allí a través de su conexión kármica, no
es un lugar físico que podamos encontrar realmente.” Así, Shambhala, al igual
que el Jardín del Edén o Arcadia en Occidente, sigue siendo una utopía mágica
donde la felicidad eterna es una realidad.

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