¡EL DIA QUE ROMA MATÓ A PANORAMIX! – En el 43 D.C., en la Isla Mona, la legión XIV Gémina exterminó a los últimos druidas.

 

Cayo Suetornio Paulino, acabó con las creencias celtas matando a los últimos sacerdotes druidas y talando sus arboledas sagradas.



La historia de la legión romana XIV Gemina y su confrontación con los druidas en Anglesey, la llamada "Isla de los druidas", es uno de esos episodios fascinantes que combinan realidad, mito y leyenda en una mezcla que ha perdurado a lo largo de los siglos. Este relato, cargado de elementos sobrenaturales y escenas de batalla épicas, no solo nos ofrece una ventana al pasado militar de Roma en Britania, sino que también nos muestra cómo las creencias y supersticiones podían influir en la percepción y narración de los acontecimientos históricos.

 

En enero del año 43 d.C., bajo las órdenes del emperador Claudio, la legión XIV Gemina fue enviada a Britania con la misión de consolidar el dominio romano en la isla. Esta legión, famosa por su participación en campañas cruciales bajo Julio César, sería recordada por su rol en la brutal represión de una secta de druidas que resistían la expansión romana en la región de Anglesey.

 

Los druidas eran temidos y odiados por los romanos.

 

La isla de Anglesey, o Ynys Môn en galés, rebautizada como la isla de Mona por los romanos, era conocida como el último bastión de los druidas, una clase sacerdotal que no solo ejercía funciones religiosas, sino que también unía a las tribus celtas en su lucha contra los invasores romanos. Los druidas eran considerados por los romanos como practicantes de artes oscuras y se les atribuía el poder de realizar sacrificios humanos para apaciguar a sus dioses. Estas creencias, aunque probablemente exageradas, alimentaron el temor y la animosidad hacia esta secta.

 


Los romanos acusaban a los druidas de realizar sacrificios humanos

Cuando la XIV Gemina, comandada por Cayo Suetonio Paulino, llegó a Anglesey en el año 60 d.C., se encontró con una escena que Tácito, el famoso historiador romano, describiría con vívida intensidad.

 

Hechizos y rituales contra las armas romanas.

 

Según su relato, las tropas romanas fueron recibidas por un grupo de mujeres vestidas de negro, que saltaban frenéticamente entre los guerreros celtas, agitando antorchas y gritando maldiciones. Junto a ellas, los druidas, vestidos de blanco, elevaban sus manos al cielo lanzando imprecaciones. Esta mezcla de rituales, gritos y fuego creó un ambiente de terror entre las tropas romanas, quienes, a pesar de su formación militar, vacilaron ante lo que percibían como un ataque mágico.

 


Suetonio recriminó a sus soldados su temor supersticioso ante los druidas y las "brujas"

Suetonio, al ver a sus hombres paralizados por el miedo, los instó a recordar que estaban enfrentando a simples mortales, no a seres sobrenaturales. Bajo su liderazgo, los legionarios cargaron contra los druidas y sus seguidores, exterminándolos sin piedad. la batalla que siguió fue una masacre. La resistencia en la isla fue aplastada, y los romanos se aseguraron de destruir cualquier vestigio de los druidas, que fueron perseguidos y eliminados sistemáticamente.

 

El relato de Tácito, aunque detallado y dramático, ha sido cuestionado por algunos historiadores modernos, quienes sugieren que el historiador pudo haber exagerado los hechos para glorificar la victoria romana y demonizar a los druidas. No obstante, este relato ha perdurado, alimentando tanto la historia como la leyenda en torno a la conquista romana de la isla.

  

Anglesey supuso el fin de la cultura druídica celta.

 


La batalla de Anglesey (Isla Mona) supuso el fin de la religión druídica celta

La figura de Suetonio Paulino quedará con este acontecimiento, como un líder militar capaz y decidido. Habiendo ganado experiencia en África, donde había demostrado su habilidad al cruzar el Atlas y combatir con éxito a tribus rebeldes, Suetonio era el hombre perfecto para liderar el ataque en un territorio tan inhóspito y lleno de supersticiones como Anglesey. Bajo su mando, la XIV Gemina no solo cumplió su misión, sino que consolidó su reputación como una de las legiones más experimentadas del ejército romano.

 

La batalla de Anglesey fue, por tanto, no solo un enfrentamiento militar, sino también un choque cultural y espiritual entre dos mundos. Para los romanos, la victoria significó la erradicación de una peligrosa secta y la consolidación de su dominio en Britania. Para los celtas, la caída de Anglesey representó la pérdida de uno de sus últimos bastiones de resistencia y la destrucción de su sistema religioso.

 


En Anglesey murieron los últimos druidas


Publicar un comentario

0 Comentarios