Saben ustedes que las aves son una de las más bellas creaciones del Altísimo. Ahora, mientras me apoyo contra las piedras de un puente romano bajo cuyos arcos discurren plácidas las aguas de un ancho y tranquilo río, pequeños pájaros se acercan curiosos en pos de las migajas del pan con el que acompaño unas viandas, a la par que saboreo con deleite el fresco brebaje que me han dado los lugareños, muy propio de esta zona norteña.
Estas pequeñas aves, a las que arrojo
trozos de pan por los que se alborotan, no se parecen a las de la historia que
les voy a contar. Aquellas, aunque mucho más grandes, en cambio, no podían
volar, y aun así el ser humano les declaró la guerra por mucho más que unas
migajas. Pero, ¿quién resultó ganador?
Una batalla singular en Australia entre el hombre y un ave que no podía volar.
En 1932, Australia fue escenario de uno de
los conflictos más inusuales y satíricos de la historia: la Guerra del Emú.
Este peculiar enfrentamiento, conocido también como la Gran Guerra del Emú, fue
una operación militar destinada a controlar la población de emús, aves no
voladoras y endémicas de Australia, que estaban causando estragos en las
tierras agrícolas de Australia Occidental. A continuación, se detalla este
curioso episodio que enfrentó a soldados armados con ametralladoras contra
estas aves obstinadas y veloces.
Antecedentes del Conflicto
Tras la Primera Guerra Mundial, muchos veteranos australianos y británicos se asentaron en áreas rurales de Australia Occidental. Estos agricultores, alentados a aumentar sus cultivos de trigo durante la Gran Depresión de 1929, enfrentaron una crisis severa cuando los precios del trigo cayeron drásticamente y los subsidios prometidos nunca se materializaron. La situación se agravó en 1932 con la llegada de aproximadamente 20,000 emús que emigraban hacia la costa occidental desde las regiones interiores.
Los emús encontraron en las tierras cultivadas un hábitat ideal, devorando cultivos y causando daños significativos. Además, perforaron barreras diseñadas para impedir el paso de conejos, otra plaga destructiva. Los agricultores, desesperados, pidieron ayuda al gobierno, y una delegación se reunió con el Ministro de Defensa, George Pearce. Este accedió a enviar asistencia militar bajo ciertas condiciones: las armas serían operadas por militares, y los agricultores proporcionarían comida, alojamiento y pagarían las municiones.
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Soldados australianos a la caza de Emús |
El Desarrollo de la Guerra del Emú
Primer Intento
La operación comenzó oficialmente el 2 de noviembre de 1932, bajo el mando del mayor Gwyndydd Purves Wynne-Aubrey Meredith, con dos soldados armados con ametralladoras Lewis y diez mil cartuchos. Sin embargo, las lluvias retrasaron la operación y dispersaron a los emús.
En el primer enfrentamiento en Campion,
unos cincuenta emús fueron avistados. Los soldados, ayudados por los colonos
locales, intentaron emboscar a las aves, pero estas se dividieron en pequeños
grupos y escaparon. A pesar de los esfuerzos, solo lograron abatir unas pocas
aves.
El 4 de noviembre, Meredith planeó una
emboscada cerca de una represa, donde se avistaron más de mil emús. Los
soldados esperaron hasta que las aves estuvieran cerca para abrir fuego, pero
la ametralladora se atascó después de abatir a doce emús, y el resto escapó. En
los días siguientes, se intentó montar una ametralladora en un camión, pero
este no pudo seguir el ritmo de las aves. Después de seis días y disparar 2,500
cartuchos, solo se abatieron entre cincuenta y quinientos emús, según diversas
fuentes.
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Soldados australianos descansando |
Segundo Intento y Derrota Final
Ante la insistencia de los agricultores, el Ministro de Defensa aprobó reanudar la operación el 12 de noviembre. Meredith volvió al campo y logró matar aproximadamente cuarenta emús en los primeros días. Sin embargo, el éxito fue limitado. Para el 2 de diciembre, se había abatido a unos cien emús por semana, pero el costo de municiones era alto. Finalmente, el 10 de diciembre, Meredith se retiró, habiendo abatido 986 emús con 9,860 cartuchos, y reportó que 2,500 aves heridas murieron posteriormente.
Consecuencias y Legado
A pesar del fracaso militar, la Guerra del Emú destacó la tenacidad de estas aves y la desesperación de los agricultores. La operación fue objeto de burla en los medios y sirvió como ejemplo de la incapacidad de la intervención militar para resolver problemas ecológicos complejos.
Los intentos de solicitar asistencia
militar continuaron en años posteriores, pero fueron rechazados. En cambio, se
implementó un sistema de recompensas que resultó más efectivo para controlar la
población de emús. Entre 1945 y 1960, se mataron aproximadamente 285,000 emús
mediante este sistema que finalmente cayó en el abandono.
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Agricultor con un Emú muerto |
La Guerra del Emú se recuerda como una de
las guerras más absurdas y surrealistas de la historia. A pesar de las
dificultades, los emús siguen siendo abundantes en Australia, y se han tomado
medidas más efectivas, como la construcción de vallas más grandes, para
proteger los cultivos.
Este episodio es una lección sobre los
límites del poder militar y la resiliencia de la naturaleza, además de ser un
recordatorio humorístico de cómo una plaga de aves logró burlar a un ejército
armado. La Guerra del Emú es, sin duda, un capítulo único en la historia de
Australia y del mundo.
Mis avecillas ya han dado buena cuenta de las migajas y ahora, habiendo calmado el hambre y la sed, las agasajo entonando con mi laúd unas antiguas rondallas. Aunque me miran de hito en hito con rápidos movimientos de cabeza, de momento ninguna ha volado. Tal vez son tan valientes como aquellos emús o quizás esperan que les dé más migajas o definitivamente, padecen de sordera.
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