Llueve torrencialmente y aunque, guarecido junto a mi rucio bajo el porche de una pequeña ermita alejada del camino que me llevará hasta la siguiente aldea, el sonido de la lluvia repiqueteando sobre las tejas y el ulular del viento sacudiendo los negros cipreses, me atemoriza. No puedo evitar que mi mente dibuje en la penumbra de los muros, figuras y sombras imaginarias y siniestras, que logran que me arrebuje aún más en mi capa y la mano sobre mi daga. Por si acaso.
Este ambiente misterioso trae a las mientes estimados amigos, una misteriosa leyenda de la que les voy a dar cuenta para elevar
mi ánimo, algo quebrantado en estos instantes.
Orígenes de la Leyenda de la Encantada
La leyenda de la Encantada tiene sus raíces en tiempos antiguos, cuando la superstición y la creencia en lo sobrenatural formaban parte del día a día. Las Encantadas son, en esencia, mujeres atrapadas en un hechizo, a menudo debido a un acto de traición o una maldición. Estas mujeres, que solían ser princesas o damas nobles, quedan por lo general condenadas a custodiar tesoros escondidos en cuevas, castillos en ruinas o incluso bajo el agua de lagos misteriosos.
Una Noche Mágica
Uno de los aspectos más intrigantes de
esta leyenda es el momento en que las Encantadas pueden ser vistas. Según la
tradición, estas apariciones ocurren en noches especiales, como la víspera de
San Juan. En estas noches, la línea entre el mundo de los vivos y el de los
espíritus se difumina, permitiendo que las Encantadas salgan de su escondite en
busca de ayuda para romper su maldición.
La Historia de Doña Urraca
Para comprender mejor esta leyenda, vamos
a sumergirnos en una de sus versiones más populares: la de Doña Urraca, una
dama de Castilla y León. Doña Urraca era una hermosa princesa que vivía en un
castillo en la Sierra de la Demanda. Cuentan que cierto día, un poderoso y
temido hechicero, prendado de su belleza, la maldijo cuando ella rechazó sus
quereres. La maldición condenó a Doña Urraca a vivir eternamente en una cueva,
sumergida en la oscuridad y lobreguez, custodiando un inmenso tesoro de oro y
joyas que el hechicero había acumulado durante una vida de perfidia.
El Hechizo y la Esperanza
El hechizo sobre Doña Urraca, como el de
muchas otras Encantadas, no era inquebrantable. La leyenda cuenta que en la
noche de San Juan, cuando el solsticio de verano se encuentra en su apogeo, la
princesa tiene un único momento para acercarse a la entrada de su cueva y
contemplar por unos instantes el mundo exterior en el que había sido feliz. Se
dice que es en ese único instante cuando Doña Urraca solicita la ayuda de
cualquier transeúnte de corazón valiente, rogándole que se le acerque para
ofrecerle la promesa de su tesoro a cambio de su liberación.
Un Encuentro Misterioso
Imaginen, vuesas mercedes, por un momento,
una noche de San Juan en Castilla y León. El aire está lleno del olor de las
hogueras, y la música y las risas de las celebraciones resuenan en la
distancia. Pero una de esas noches, un joven pastor, llamado Diego, decidió
alejarse del bullicio y el jolgorio para caminar hasta la sierra, atraído por
historias de tesoros escondidos en aquella cueva. Al acercarse a la entrada de
esta, Diego creyó escuchar un suave susurro: la dulce voz de una doncella.
Intrigado, se adentró más en la oscuridad hasta que surgió frente a él una
figura resplandeciente: Doña Urraca. Era real, la leyenda. La princesa, con su
belleza etérea y su voz melodiosa, le explicó su situación rogándole que la
ayudase a romper el hechizo.
El Precio de la Libertad
Romper el hechizo no sería tarea fácil,
pues debía afrontar un desafío ciertamente sobrenatural, consistente en pasar
la noche en el interior de aquella profunda cueva en completa oscuridad,
soportando sin mostrar miedo las visiones y sonidos aterradores que el
hechicero había dejado como criaturas diabólicas guardianes del tesoro.
Un Final Incierto
Así, el joven pastor, armado con su valor
y el deseo de ayudar a la hermosa princesa, aceptó el desafío y se adentró
hacia el corazón negro y profundo de la cueva. En completa soledad y oscuridad,
turbado por las inquietantes sombras y susurros escalofriantes que le acosaban,
transcurrieron las horas de la noche. El joven pugnaba por mantener su firmeza
recordando las palabras y la promesa de la hechizada princesa. Finalmente, tras
resistir, llegó el amanecer y, con las primeras luces del alba, la cueva se
iluminó con los primeros rayos del sol, y las sombras se desvanecieron,
derrotadas. Diego lo consiguió, se irguió victorioso, aunque se hallaba solo.
El desenlace de la historia de Diego y Doña Urraca no está claro y varía, queridos lectores. Algunas versiones aseguran que Diego liberó a la Encantada y, como recompensa, recibió el tesoro, viviendo a partir de entonces una vida llena de riquezas. Otras dicen que simplemente la princesa, agradecida, se desvaneció en un rayo de luz, dejando a Diego con la satisfacción de haber realizado una buena acción, pero sin ninguna recompensa material.
El Legado de la Leyenda
La leyenda de la Encantada sigue viva en
la memoria colectiva de Castilla y León y otras regiones de España. Cada vez
que alguien se adentra en una cueva oscura o se detiene junto a un lago
misterioso, la historia de estas mujeres atrapadas en el tiempo resuena en sus
mentes. Los relatos de Encantadas nos recuerdan la belleza de los cuentos
antiguos y el poder de la fantasía y el misterio en nuestras vidas.
Así que la próxima vez que celebren la
noche de San Juan, tal vez quieran vuesas mercedes, dar un paseo bajo la luna lejos del bullicio. ¿Quién sabe? Podrían encontrarse con una Encantada en busca
de su libertad y tal vez, solo tal vez, podrían ser el héroe o la heroína de
su historia.
0 Comentarios
Gracias por comentar