¡PARA QUEBRAR A LOS INQUEBRANTABLES¡ – El sangriento motín de Alcatraz

Mis pasos resuenan cerca de los muros de un penal. Entre sus barrotes, brazos suplicantes se estiran al paso de los transeúntes que, como yo, aceleran su caminar y se apiadan de aquellas almas santiguándose con rezos quedos, rogando al cielo, no les ponga en su caminar piedras con las que tropezar e ir con sus huesos a aquellas mismas lóbregas estancias a dar.


La Batalla de Alcatraz – El Motín más sangriento del penal más famoso de la historia



La Batalla de Alcatraz es uno de los episodios más impactantes en la historia de la famosa prisión de la isla. Entre el 2 y el 4 de mayo de 1946, esta revuelta resultó en la muerte de tres guardias y dejó a otros trece heridos. Este evento marcó un antes y un después en la historia del penal más famoso de EE.UU.

 

 

Bernard Coy: El Cerebro de la Fuga

 

Bernard Paul Coy, un ladrón de bancos de Kentucky, fue el principal ideólogo detrás del motín. Capturado en 1937, Coy fue sentenciado a 25 años en Alcatraz, donde llegó en 1938. Su habilidad para detectar debilidades en la seguridad de la prisión lo llevó a ocupar un puesto como ordenanza de celda, lo que le permitió acceder a áreas clave del bloque principal.

 



El Plan de Escape

 

Coy notó que los barrotes de la galería de armas estaban debilitados por la salitre del mar. Rápidamente compartió esta información con sus compañeros de prisión: Joseph Paul Cretzer, Marvin Hubbard, Miran Edgar Thompson, Sam Shockley y Clarence Carnes. Juntos, planearon irrumpir en la galería, tomar las armas, retener a los guardias como rehenes y escapar al muelle para cruzar la bahía de San Francisco.

 


El Fallido Intento de Escape

 

El plan se puso en marcha el 2 de mayo de 1946. Inicialmente, los reclusos tomaron a nueve guardias como rehenes. Sin embargo, un guardia había escondido una llave crucial, frustrando la fuga. Este imprevisto retrasó el escape, dando tiempo a las autoridades para reaccionar. La fuga de Alcatraz comenzaba a desmoronarse.

Las autoridades se dieron cuenta rápidamente de la situación y cerraron la prisión. Se negaron a negociar con los reclusos, quienes se atrincheraron, negándose a entregar sus armas o liberar a los rehenes. Algunos prisioneros, viendo lo inútil de su situación, regresaron a sus celdas. No obstante, Coy y otros dos presos decidieron resistir, repeliendo un primer intento de captura por parte de los guardias.



Fotografía de los restos de la batalla
 

La Conclusión de la Batalla de Alcatraz

 

Aunque los guardias lograron liberar a los rehenes, esto permitió al alcaide traer refuerzos de la base cercana de los marines. Los infantes de marina, con experiencia en la Segunda Guerra Mundial, entraron en la prisión armados con ametralladoras, morteros y granadas, respaldados por un escuadrón de guardias.

 

El enfrentamiento dejó la prisión devastada. Dos días después, el 4 de mayo, se encontraron los cuerpos de Coy, Cretzer y Hubbard bajo los escombros. Los reclusos que regresaron a sus celdas no tuvieron mejor suerte, excepto Carnes, quien recibió dos cadenas perpetuas y fue liberado en 1973.



Cretzer, Edgar Thompson y Sam Shocley  

Legado de la Batalla de Alcatraz

 

La “Batalla de Alcatraz” dejó cicatrices físicas y psicológicas en la prisión. Aunque Alcatraz cerró en 1963 y hoy funciona como museo, las marcas de disparos y la historia de mayo de 1946 permanecen como recordatorio de este violento intento de fuga.

 

Otros Intentos de Escape

 

A lo largo de los 29 años de operación de Alcatraz, hubo 14 intentos de escape por parte de 36 prisioneros. El más notable después del motín de 1946 ocurrió en junio de 1962, cuando tres reclusos desaparecieron en las aguas de la bahía, dando lugar a especulaciones sobre su destino.

 

En 2013, una carta supuestamente firmada por uno de ellos llegó al FBI, sugiriendo que habían sobrevivido. Sin embargo, la historia de la “Batalla de Alcatraz” sigue siendo el intento de fuga más violento y recordado de la prisión.



Vista desde Alcatraz, con la costa al fondo

La vida, da y quita y aunque los pecados que cometemos en nuestra existencia ciertamente merezcan una pena, quien sabe si en ocasiones, en muchos actos que son condenados con severidad sus motivaciones no sean tan innobles como para enjuiciarlos con tanto rigor; saciar el hambre de tus hijos, las injusticias enfrentar o luchar contra la tiranía, por la libertad..., porque al fin y al cabo: Hoy juzgamos ¿Y mañana? Tal vez, de juez a reo, hemos de tornar.  

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