EL FRANKENSTEIN DE BARRO - La Leyenda del Golem que vagó por las calles de Praga

Como ya les he mencionado en ocasiones anteriores, la taberna que frecuento para calmar mi insatisfecho apetito suele estar muy concurrida. La amable tabernera, aunque bien secundada por sus bellas hijas, a veces necesita un par de manos adicionales que la ayuden en su labor. Esto me ha hecho recordar la leyenda de un ser que les podría ser de gran utilidad.

 

El Golem de Praga: Leyenda o Realidad

 


En el hebreo antiguo y medieval, el término "golem" significaba "embrión" o "masa informe". Con el tiempo, este concepto evolucionó para referirse a una figura humana hecha de barro con fines específicos, creada por manos humanas. Según la leyenda judía, se utilizaba un ritual especial para darle vida al golem: se colocaba una tabla inscrita con uno de los nombres de Dios bajo su lengua o sobre su frente. Una vez animado, el golem obedecía automáticamente las órdenes de su creador, sin poseer la capacidad de hablar o razonar.

 

El Rabino Judah Löw y su Golem

 

El relato más famoso sobre un golem es el del gran filósofo y místico judío, el Rabino Judah Löw ben Bezalel, conocido como el Maharal de Praga (1512-1609). Este eminente líder espiritual creó un golem, al que nombró José, con el propósito de proteger a la comunidad judía de las calumnias y persecuciones. La creación y destrucción del golem por el Maharal están detalladas en varios cuentos y leyendas.

 


Según la leyenda, el Maharal, asistido por su yerno y un discípulo, llevó a cabo un ritual en el cual utilizó los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. Con la arcilla, moldearon la figura del golem y le infundieron vida mediante la recitación de fórmulas cabalísticas y un versículo del Génesis. Así, la figura de barro cobró vida, convirtiéndose en un sirviente obediente del Rabino Löw.

 

El Golem como Protector de la Comunidad Judía

 

El golem, bajo las órdenes del Maharal, cumplía diversas tareas, principalmente protegiendo a la comunidad judía de Praga. Una de sus funciones más destacadas era recorrer las calles y detener a aquellos que intentaban incriminar a los judíos con cadáveres para acusarlos falsamente de asesinato ritual. El golem era invisible gracias a un talismán y actuaba discretamente, entregando a los culpables a las autoridades.


Otra historia famosa involucra a una pareja de novios que resultaron ser hermanos. Durante la ceremonia nupcial, el golem, por orden del rabino, reveló este secreto, evitando así un matrimonio pecaminoso. Este relato subraya la utilidad del golem en situaciones delicadas y su capacidad para descubrir verdades ocultas.



 El golem del Maharal tenía muchas limitaciones: no podía hablar, carecía de alma y solo poseía poderes limitados de discernimiento. Sin embargo, su rostro mostraba un cambio notable durante el Shabat, luciendo más impresionante y amistoso. Cada viernes, el Rabino Löw retiraba la tabla inscrita con el Nombre Inefable para evitar que el golem se volviera inmortal y venerado como un dios.

 

Teorías sobre su Final

 

El final de esta leyenda se ha recogido en distintas versiones. Una de ellas dice que el Golem de barro huyó finalmente del gueto después de haber acabado con la vida de su creador. Otras versiones afirman que el propio Golem se suicidó como consecuencia del rechazo que sufrió de una joven de la que estaba enamorado desde su creación.

 


Sin embargo, la versión más aceptada y considerada habla de que, con el tiempo, el edicto del emperador que declaraba falsas las acusaciones contra los judíos hizo innecesaria la existencia del golem. Así, el Maharal decidió entonces destruirlo. Para ello, Juda Löw se enfrentó al antropoide y borró de su frente la primera letra de su nombre Emet, convirtiéndose en Met, que quiere decir muerte, revirtiendo así el proceso de creación y devolviendo al golem a su estado original de arcilla inanimada.

Al parecer, este bloque de arcilla permanece oculto en la Gran Sinagoga de Staronóv en Praga, donde el rabino lo trasladó cuando acabó con la vida del Golem. Allí aún se puede visitar y admirar la silla que ocupaba el rabino bajo una estrella de David.

 


Sinagoga Vieja de Praga

Aunque visto lo visto, quizás sea mejor dejar algunos ingenios en el mundo que les corresponde, que no es otro que el de la divinidad. ¿No creen vuesas mercedes? Así que creo, que las dos manos que necesita la tabernera... son las mías.  

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