Rodeado de algazara y jolgorio
en esta taberna en la que me hallo,
queríales contar la historia de un exceso
fatal;
el de la pasión arrebatada
en la noche de bodas
de un personaje sin par:
Atila, el azote de Dios.
Entre trago y trago,
la historia víno a las mientes,
tras cruzar miradas sugerentes
con unas bellas damiselas
que al fondo se encuentran,
rodeadas de gente.
Con lascivos ojos,
incítenme aventuras a afrontar,
subiendo del local, las escaleras,
hacia un discreto desván.
¿Podría suceder? Todo sucederá.
La muerte de Atila, el Terror de las Legiones de Roma
La vida y muerte de Atila el Huno, uno de los líderes más temidos de la antigüedad, ha fascinado a historiadores y curiosos por igual durante siglos. Conocido como el "Azote de Dios", Atila fue el flagelo de romanos, borgoñones, godos y bizantinos. Su muerte en 453 d.C., en circunstancias tan absurdas como misteriosas, agrega una capa más a la leyenda de este formidable guerrero.
La Ascendencia de Atila
Atila ascendió al poder en 434 d.C., y
durante casi dos décadas, sus campañas devastadoras dejaron una huella
imborrable en el Imperio Romano de Oriente. Bajo su mando, los hunos se
convirtieron en una máquina de guerra imparable, penetrando el imperio como un
cuchillo afilado y extorsionando enormes tributos de oro a cambio de paz
temporal. Se decía que Atila empalaba a los traidores y desertores, una muestra
de su dureza y de las drásticas medidas que tomaba para mantener el control.
La vida de Atila estaba marcada por
constantes conflictos y conquistas. No solo se enfrentó a enemigos externos,
sino que también eliminó a su hermano Bleda para consolidar su poder. Sin
embargo, la gloria en el campo de batalla no le garantizó una muerte heroica.
Al contrario, la manera en que falleció parece más una ironía del destino que
una conclusión digna de su reputación.
La Fatídica Noche de Bodas
En el año 453 d.C., Atila se encontraba en
la cúspide de su poder, aunque ya notaba el peso de la edad y la derrota en los
Campos Cataláunicos. En plena preparación para nuevas campañas, Atila decidió
casarse con Ildico, una joven de gran belleza. Lo que debía ser una noche de
celebración se convirtió en la escena de su muerte.
Según el historiador contemporáneo Prisco,
Atila bebió y comió en exceso durante la fiesta, una conducta atípica en él,
conocido por su austeridad. La celebración excesiva lo llevó a sus aposentos
con Ildico, donde se entregó al sueño embriagado. Prisco relata que Atila
sufrió una hemorragia nasal severa mientras dormía. La sangre, que normalmente
habría drenado por su nariz, fluyó por su garganta debido a su posición y
estado, ahogándolo en su propia sangre y vómito.
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Atila yace muerto junto a Ildico |
Teorías y Especulaciones
La muerte de Atila ha sido objeto de
numerosas teorías y especulaciones. Mientras que la versión de Prisco es la más
aceptada, algunos sugieren que pudo haber sido asesinado por Ildico, víctima de
un complot urdido por sus enemigos.
Otra teoría sugiere que Atila pudo haber
sufrido una hemorragia causada por una dolencia hepática, exacerbada por el
consumo excesivo de alcohol, ya que la presión en los vasos sanguíneos podría
haber provocado una ruptura, causando una hemorragia fatal que lo asfixió.
El Funeral del Azote de Dios
La muerte de Atila fue un golpe devastador
para los hunos. Prisco describe cómo los mejores jinetes de la tribu cabalgaron
alrededor del cuerpo del líder, recitando cantos fúnebres. El cadáver de Atila
fue colocado en una tienda de seda y más tarde enterrado en tres féretros: uno
de oro, otro de plata y un tercero de hierro. Estos materiales simbolizaban el
poder y la riqueza que había acumulado durante su reinado. Para asegurar que su
lugar de descanso final permaneciera en secreto, se dice que los sirvientes que
cavaron su tumba fueron asesinados y que el río Tisza fue temporalmente
desviado para ocultar su sepulcro.
El Legado de Atila
A pesar de su muerte inesperada y
aparentemente absurda, Atila dejó un legado imborrable. Su capacidad para
infundir terror en sus enemigos y su habilidad para liderar a su gente en
tiempos de guerra lo convierten en una figura legendaria. Aunque sus métodos
eran brutales, su impacto en la historia es innegable.
Atila el Huno sigue siendo una figura
enigmática cuya vida y muerte continúan fascinando a estudiosos y laicos por
igual. La ironía de su fin —morir ahogado por su propia sangre en una noche que
debía ser de alegría— añade un toque trágico a la leyenda del Azote de Dios,
recordándonos que incluso los más grandes guerreros no pueden escapar al
destino.
Queridos lectores, con premura les dejo,
ya
que ambas damiselas, escaleras arriba
camino emprendieron,
esbozando sonrisas, cual sendos señuelos.
En aquellas alturas, ... ¡ la gloria me
espera !
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