¡ CUÍDATE DE LOS FLAUTISTAS ! - El Flautista de Hamelín y la desaparición de 130 niños

Como vuesas mercedes comprenderán, uno de los mayores disfrutes que un Bardo puede tener en su vida, es el de hacer feliz a los niños. Siempre son agradecidos y sus sonrisas son las mayores recompensas con las que un servidor de la alegría puede coronarse. Esto me trae un gran enigma de la historia y que supuso que 130 sonrisas y bulliciosas vidas desaparecieran, para siempre, sumergiendo el espíritu de la aldea en la que habitaban, en un profundo pozo de tristeza perpetua.


 La historia del Flautista de Hamelín



La leyenda del Flautista de Hamelín ha fascinado a generaciones con su enigmático relato sobre la desaparición de 130 niños el 26 de junio de 1284. Esta historia, inmortalizada por los hermanos Grimm, narra cómo un flautista liberó a la ciudad de una plaga de ratas y, al no recibir la recompensa prometida, se llevó a los niños con su melodía hipnótica, desapareciendo sin dejar rastro.


Un Misterio Ancestral en las Calles de Hamelín

La calle Bungelosenstrasse, conocida como "la calle sin tambores", es el último lugar donde se vio al flautista con los niños. Desde entonces, esta calle ha permanecido en silencio en honor a los desaparecidos. Hasta nuestros días, todo el mundo sabe que al atravesar esa calle, nadie puede reír, ni cantar ni tocar ningún tipo de música, en memoria de los desaparecidos que un día salieron y no volvieron más. El significado de su nombre es claro: “ la calle sin tambores”.

La casa Rattenfangerhaus, ahora un restaurante, tiene una placa con uno de los testimonios más antiguos sobre el suceso: "En el año de 1284 en el día de Juan y Pablo, siendo el 26 de junio, por un flautista vestido con muchos colores, fueron seducidos 130 niños nacidos en Hamelín y se perdieron en el lugar del calvario, cerca de koppen (colinas)".

  


El flautista llevándose a las ratas

Hallazgos Históricos y Testimonios

Diversos registros históricos apoyan la veracidad de la leyenda. Una vidriera de la iglesia de San Nicolás, creada alrededor del año 1300, mostraba al flautista con varios niños. Aunque destruida en el siglo XVII, su descripción ha perdurado. El manuscrito de Luneburg (1440-50) también menciona una historia similar de niños desaparecidos siguiendo a un flautista hasta las colinas. Un registro de la ciudad de 1384 lamenta lo sucedido: "Han pasado 100 años desde que se fueron nuestros hijos".



Placa existente en Hamelín recordando el evento


Teorías e Interpretaciones

La leyenda del Flautista de Hamelín ha dado lugar a numerosas teorías sobre lo que realmente pudo haber sucedido. Una hipótesis sugiere que los niños eran en realidad jóvenes que emigraron a Europa del Este debido a una recesión económica. El flautista podría haber sido un reclutador que organizaba migraciones, atrayendo a los colonos con su música y vestimenta colorida.



Vidriera en la Iglesia de San Nicolás

Apoya esta teoría, la coincidencia entre los apellidos de los habitantes de Hamelín y los encontrados en regiones alrededor de Berlín, sugiriendo que estos jóvenes pudieron haber emigrado a áreas ahora parte del este de Alemania.

 

Peste y Manía de la Danza

Otra teoría apunta a que los niños pudieron haber sido víctimas de una peste. En este contexto, el flautista simbolizaría la muerte. También se ha sugerido que los niños murieron masacrados durante fiestas paganas del solsticio de verano, o que fueron llevados a monasterios.

La "manía de la danza", una histeria colectiva que se apoderó de Europa entre los siglos XIV y XVII, es otra posible explicación. Durante estos episodios, la gente bailaba hasta caer exhausta o incluso morir. La Danza de San Vito, como se conocía, podría haber influido en la desaparición de los niños, que habrían seguido al flautista en un frenesí de baile.

 


La Leyenda en la Actualidad

Hoy en día, la ciudad de Hamelín sigue siendo un lugar de gran atractivo turístico, con hileras de casas medievales y una rica arquitectura renacentista.

La leyenda del Flautista de Hamelín no solo persiste como un cuento de hadas, sino que también plantea un enigma histórico. Diversos hallazgos y teorías sugieren que algo real y trágico ocurrió en Hamelín en 1284. Sea cual sea la verdad, la historia sigue viva en la memoria colectiva, avivando un miedo universal a la pérdida de los niños y recordándonos que incluso las leyendas más fantásticas pueden tener raíces en la realidad.

En última instancia, el flautista, aunque aparentemente un villano de cuento, simboliza un misterio profundo que conecta a la humanidad a través de los siglos. Su melodía sigue resonando, atrayendo tanto a historiadores como a curiosos, en una búsqueda interminable por descubrir lo que realmente ocurrió en aquel fatídico día de verano en Hamelín.

 


Y aunque yo soy un simple Bardo, no sujeto a tiempo ni espacio, mi modesta sabiduría otorgada por transitar los eones de la existencia, definitivamente me inclina a pensar que las sonrisas infantiles deben brotar, crecer y desarrollarse allá donde sean felices, donde puedan germinar y florecer con la paz y la alegría por abono y que, por lo general, suele ser en; su propio Hamelín.

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