EL MISTERIO QUE ESCONDE EL EVEREST – El enigma de la trágica expedición de Irvine y Mallory y el secreto en la cámara Kodak

 

¿Quién pisó por primera vez su cima? El secreto está en una cámara de fotos.


Irvine y Mallory (De pie a la izqierda) junto con el resto de la expedición de 1924 

Hace cien años, el Everest fue testigo de un episodio que transformó el alpinismo en un relato de leyenda. En 1924, George Mallory y Andrew “Sandy” Irvine emprendieron una osada expedición para conquistar la cima más alta del mundo, pero lo que comenzó como una aventura épica se convirtió en uno de los misterios más perdurables de la historia del montañismo. Su desaparición, apenas a unos metros de la cumbre, sigue siendo un enigma que ha cautivado a generaciones de aventureros y expertos. La gran pregunta que se cierne sobre sus figuras es simple pero inquietante: ¿alcanzaron la cima del Everest antes de sucumbir a las implacables fuerzas de la montaña?

 

La historia de Mallory e Irvine es la crónica de una búsqueda desesperada por la gloria en un tiempo en el que el Everest era aún un territorio inexplorado, un símbolo del desafío humano contra la naturaleza. El 8 de junio de 1924, Mallory escribió su última carta a su esposa, indicando que todo estaba preparado para un intento final de coronar la cumbre. Sin embargo, ese mismo día, él y su joven compañero Irvine fueron vistos por última vez ascendiendo hacia las nubes, a solo 244 metros de la cima. Nunca regresaron. Sus nombres quedaron grabados en la historia del Everest, pero también en la lista de incógnitas que rodean esta montaña.

 

Mallory frente al Everest antes de iniciar el trágico ascenso

El descubrimiento del cuerpo de Mallory en 1999, casi intacto gracias al frío extremo, avivó las esperanzas de resolver el misterio. Los investigadores y entusiastas del alpinismo se aferraron a la posibilidad de que la cámara Kodak que Mallory llevaba consigo, desaparecida en el momento del hallazgo, pudiera contener la respuesta definitiva: una fotografía en la cumbre que cerraría el caso. Sin embargo, la cámara no apareció, y con ella se desvaneció también la prueba tangible que podría haber confirmado si estos valientes montañistas lograron su objetivo antes de morir.

 

Irvine mirando hacia su destino final; El Everest

El Everest, con sus nieves perpetuas y su altitud letal, ha guardado celosamente sus secretos durante un siglo. Las pistas que han surgido a lo largo de los años, en lugar de aclarar el misterio, han añadido nuevas capas de intriga. Con el centenario de la desaparición de Mallory e Irvine a la vista, el alpinista y estudioso Graham Hoyland ha presentado una nueva teoría que podría arrojar luz sobre lo que realmente ocurrió en esas horas finales.

 

Hoyland, que es pariente lejano de Howard Somervell, un miembro de la misma expedición de 1924 ha basado su investigación en un análisis exhaustivo de los registros meteorológicos de la época. Según Hoyland, fue el clima, y no simplemente la fatiga o un accidente, lo que condenó a Mallory e Irvine. Somervell documentó un descenso crítico en la presión barométrica el día de la desaparición, una caída que Hoyland traduce en una disminución de 10 milibares. Este cambio, aparentemente pequeño, podría haber aumentado la altura efectiva del Everest, incrementando así la dificultad de la ascensión hasta límites casi insuperables.

 

La última foto de Irvine y Mallory vivos, dispuestos a iniciar la ascensión al Everest

La teoría de Hoyland sugiere que Mallory e Irvine se enfrentaron a una tormenta devastadora, mucho más peligrosa que una simple ventisca. La reducción en la presión habría expuesto a los montañistas a un riesgo extremo de hipoxia, un estado que, combinado con la tormenta y sus ropas inadecuadas —compuestas de seda, algodón y lana—, les dejó sin ninguna posibilidad de sobrevivir. Las condiciones meteorológicas adversas, según esta interpretación, habrían convertido una ya ardua misión en una lucha imposible. 

Desde la desaparición de Mallory e Irvine, la fascinación por su historia no ha disminuido. A lo largo de los años, otros montañistas han intentado desvelar lo que sucedió en la fatídica ascensión. En 1933, Percy Wyn-Harris encontró un piolet cerca de la cima, atribuido a Irvine. Tres años después, Frank Smythe, otro montañista, afirmó haber visto cuerpos desde la distancia usando un telescopio. En 1975, el montañista chino Wang Hongbao aseguró haber descubierto un cuerpo durante su ascenso, aunque sus afirmaciones nunca fueron verificadas.

 

La famosa foto de Mallory y su esposa que no se encontró en sus restos


El hallazgo del cuerpo de Mallory en 1999, a 8.170 metros de altitud, fue un hito en la búsqueda de respuestas. Sin embargo, las preguntas persisten. Aunque algunos objetos personales, como unas gafas de sol que podrían indicar condiciones de baja visibilidad, estaban con Mallory, la cámara Kodak y la fotografía de su esposa, que él planeaba dejar en la cima como testimonio de su hazaña, no aparecieron. Este detalle alimentó la especulación de que tal vez, solo tal vez, los dos alpinistas lograron llegar a la cima antes de su trágico final.

 

Hoyland sugiere que, Mallory e Irvine, atados por una cuerda, resbalaron mientras intentaban abandonar su misión y regresar al campamento base. Aunque Mallory podría haber sobrevivido a la primera caída, una segunda fue fatal.


Tumba de Mallory en 1999

 

Hoy, el Everest no es la misma montaña que desafiaron aquellos primeros exploradores. Lo que alguna vez fue un terreno reservado solo para los más audaces, ha evolucionado hasta convertirse en un destino accesible para quienes pueden costear la aventura.

 

Sin embargo, la tragedia de Mallory e Irvine permanece como un recordatorio atemporal de la lucha del ser humano contra los elementos, una historia que resuena en el corazón de todos los que sueñan con desafiar las alturas del Everest.



                                                        Andrew Irvine y George Mallory






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